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Estamos en un momento clave. Uno de esos en los que hay que parar, mirar alrededor… y preguntarse: ¿qué tipo de turismo queremos construir?

Porque atraer visitantes está bien, claro. Pero lo que realmente importa es lo que dejamos en ellos —y en los lugares que habitan— cuando se van. Por eso nace el Sello de Excelencia Turística. No es un invento de laboratorio ni una teoría en papel. Es una propuesta que ha ido tomando forma a lo largo de muchos años de formación y trabajo sobre el terreno, escuchando a quienes sostienen este sector con esfuerzo, pasión y muchas veces, pocos recursos: personas, destinos, alojamientos, pequeños comercios.

Y no, no es un sello para decorar una web con un logotipo más. Es una herramienta viva, práctica, pensada para acompañar de verdad en ese viaje hacia un turismo más consciente, más humano y, sobre todo, más alineado con el futuro que queremos.

¿Por qué crear este sello?

Porque después de más de 17 años trabajando en transformación digital, sostenibilidad e innovación —en entornos turísticos y más allá— he visto muchas cosas. Algunas que funcionan. Otras que no tanto. Pero, sobre todo, he visto una necesidad constante: la de contar con alguien que entienda, que acompañe y que no imponga.

Y es que, más allá de la tecnología, de los fondos europeos o de las normativas cambiantes, lo que muchos profesionales buscan es un poco de claridad. Una guía que no sea rígida. Un enfoque que no les haga sentir que están siendo evaluados, sino que están creciendo.

Eso es, precisamente, lo que inspira este sello: una manera de poner luz, no presión. De reconocer lo que se está haciendo bien y ayudar a mejorar en lo que aún puede crecer.

¿Qué representa este sello?

  • Un compromiso real con la excelencia, no solo para decirlo, sino para vivirlo: en los pequeños gestos, en la gestión diaria, en cómo se relaciona un destino con su entorno.

  • Una transformación digital con propósito. No por estar a la moda, sino para mejorar la experiencia de quien nos visita y la calidad de vida de quien nos acoge.

  • Una adaptación constante a los tiempos que corren: economía circular, turismo Pet Friendly, LGTBI+ economía naranja, espacios de teletrabajo en hoteles, inteligencia artificial aplicada al servicio… todo eso y más.

  • Y, sobre todo, una forma de acompañar. Porque este sello no llega para dar un veredicto, sino para caminar al lado: desde el diagnóstico hasta la visibilidad. Con empatía, con herramientas útiles y con criterio.

Metodología y enfoque

Nada de burocracia vacía. El Sello de Excelencia Turística se apoya en pilares claros, sí, pero sobre todo honestos:

  1. Diagnóstico personalizado, realista y sin plantillas genéricas. Cada lugar es distinto, y eso se nota desde el principio.

  2. Plan de mejora a medida, teniendo en cuenta lo que hay, lo que falta y lo que es posible.

  3. Auditoría online o presencial, que revisa, que comprueba y que actualiza.

  4. Seguimiento transparente, sin tecnicismos innecesarios, pero con datos que sirven.

  5. Y una evaluación ética, que escucha, que reconoce y que construye.

Todo este enfoque está totalmente alineado según estándares internacionales de calidad (UNE-ISO 22483) y criterios de sostenibilidad. Pero no se queda en lo institucional: lo baja a tierra.

¿A quién va dirigido?

A quienes trabajan con el corazón en su territorio. A quienes no siempre tienen grandes presupuestos, pero sí grandes ideas. Este sello está pensado para:

  • Pequeños alojamientos, rurales o urbanos, que buscan algo más que una buena puntuación en Google.

  • Comercios locales que entienden el turismo como una oportunidad para conectar, no solo para vender.

  • Destinos que aún no son “tendencia”, pero tienen mucho que decir.

  • Administraciones públicas y Asociaciones que quieren innovar sin renunciar a su identidad ni dejar a nadie fuera.

¿Qué lo hace diferente?

Quizá lo más valioso de este sello es que no fue creado desde una torre de marfil, sino desde la trinchera. Lo desarrollé tras años de trabajo directo con instituciones, asociaciones, negocios reales, con sus aciertos, con sus dudas, con sus días buenos y con los que no lo fueron tanto.

Y eso se nota. Porque no pretende imponer un estándar universal. Al contrario: busca construir juntos un camino razonable, gradual, humano. Paso a paso, con confianza.

El Sello de Excelencia Turística es más que una certificación. Es un compromiso, una declaración con alma: queremos un turismo con propósito, con raíces, con futuro.

Queremos demostrar que es posible hacerlo bien sin perder la esencia. Que lo local puede ser también ejemplar. Y que la excelencia, lejos de ser un privilegio de unos pocos, puede (y debe) ser accesible para quienes se esfuerzan por mejorar cada día.

Porque sí: el cambio empieza cerca. Y si lo hacemos bien, su eco puede llegar muy lejos.

Javier del Pino – Director Ejectivo
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